Sin documentos

Posted by Perra Latosa | Posted in , , , , , , , | Posted on 12:15

0


"Como gasto papeles recordando, como no te me quitas...de las ganas...."
(Silvio Rodríguez, Te doy una canción)

Tarde pero al fin, luego de recapitular sobre las cosas que no tuve -y sólo para simplificar- llegué a la conclusión que así como nunca tuve un poster en mi pared, tampoco conservo documento alguno de mi vida pasada. Sólo los que por ley tengo el deber y aquéllos de los que nunca, jamás me desprendería.
"Documento" en la especie, sería cualquier registro en cualquier soporte material, o del tipo que fuere. No tuve ni diarios íntimos, ni conservé boletos, ni fotos de ex amores, ni cartas de amor de la adolescencia y eso que gasté papeles a lo loco para lo mismo que Silvio...

Al Diario íntimo lo veía como un elemento per se amenazante (y más si caía en manos equivocadas en momentos ídem) y siempre le confíe a mi conciencia o amigos, según los casos, mis secretos íntimos.
Fotos, boletos de cine, de colectivo o avión, los guardaba pero sólo por un tiempo hasta que comenzaban a "quemar" y luego sin pena ni gloria me fuí deshaciendo de ellos cuando la culpa o el instinto de preservación de recuerdos felices "sepiados" me abandonaban. Y si queda alguna será porque sobrevivió a limpiezas profundas, alguna fuerte discusión con alguien muy especial porque simplemente no entendía que para mí, ya no tenían ningún valor: eran vestigios de amor. Pero menos aún a mi indolencia.
Parecería que hay como un "deber ser" en cuanto a formas de conservar recuerdos, en fin, nunca me llevé bien con este concepto.

Promesas de amor olvidadas, testigos de papel de horas expectantes, imágenes de felicidad de otra persona que me precedió. Cuanto mucho ante el reencuentro con alguna de esas cosas me surgía una mueca de "Ahh qué entretenido fue, qué linda tal cosa o tal otro, cuánto lo amé" etc. Pragmatismo a full: cero angustia, cero nostalgia. Sólo sirvieron para quilombo, para permitirme recrear un instante en un instante; lo que hubo que archivar, quedó en ese estado.

Al fin y al cabo nunca fueron necesarios: todos esos recuerdos los llevo impresos en mi experiencia. Luego fui por distintos rumbos según surgieron las cosas y las ganas, y esos objetos que en algún momento estuvieron impregnados de sentido para mí, al no ser la misma persona quien los encontraba, volvieron a ser lo que siempre fueron: boletos, fotos, cartas, tarjetas. Recuperaron su naturaleza original: hoy son papeles, documentos, nada más. ¿Para qué conservarlos pues? No consideré necesario revivir nada; siempre para adelante. Cuanto mucho me permito alguna remembranza, sin remordimientos por los resultados. No puedo ni pude atarme a nada físico, sólo me llevo lo espiritual en tanto no pese. Lo digno de recordarse está intacto. Por ahora...










Comments (0)