Polvo

Posted by Perra Latosa | Posted in , , , , , | Posted on 15:36

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"Mamá ¿qué es frustración? gatilló el mocoso atrevido -con libro en mano-  a su madre en el lavadero, mientras ésta sostenía una prenda...y a partir de ahí la revelación: “Es cuando descubría manchas en la ropa recién lavada... Porque tenía que lavarla una y otra vez....” . Doing.

En vano desperdicié tantas horas de terapia, cuando la respuesta a tan inquietante pregunta estaba en el super, más precisamente en la góndola de los productos de limpieza. Vanish tenía la respuesta y yo por ahí como si nada,  felipelotas como siempre. Sólo me resta enterarme cuál de sus variedades se ocupa de los complejos, de los Edipos no resueltos, de la autoestima baja, entre otros big hits, para descubrir la clave de bóveda que destierre definitivamente la amenaza de una estadía con todo pago en el Moyano.

Tampoco es que estuve taaaaan al dope. Mientras tanto me acostumbré a hablar con el detergente, que un puerco espín se empome a mi esponjita y a no darle mucha charla a Mr. Músculo para que continúe salvándole las vidas (?) a otras y me enteré que la felicidad está ligada a un tracto intestinal liberado y que con Activia puedo lucir peinada, bien vestida...¡y desinflada!

Pero además que:
 
mi función en la vida es esperar a un hombre, bien lookeada, tecito de Bayaspirina en mano (cara de paciencia sobrenatural) y sonrisa de medio metro porque el muy pelotudo se olvidó el paragüas, el piloto y se empapó hasta los huesos.
 
las cremas antiage, no se promocionan por modelos de 16 ¡son verdaderamente milagrosas!
 
que si ellos se afeitan con la maquinita tal o cual, se le tiran diez minas encima y que nosotras con lo mismo, andamos pinchando como cardos.

que no tengo que andar rompiendo los quinotos con mi mal humor y mi cara de toor, en esos días. Me clavo un Ibuevanol rápida acción y todos contentos y liberados de mi desparramo hormonal.

que si abro el Ace, me aparece cantando en mi lavadero algún cantante pedorro.
 
que tengo que mantener la agenda en orden para someterme  a la prueba de la blancura, al test del yogurth cremoso, probar el nuevo Cif, oler la nueva fragancia de Poett y congelarme frente a la góndola de los productos refrigerados para ver cuál de los postrecitos, patitas de pollo, de verdura y salchichas,  tiene más vitaminas para los párvulos.

que también para la búsqueda de galletitas, bizcochuelos y golosinas, y enrostrarle a las otras madres que mi cría consume más vitaminas que las suyas.

que no necesito de sexo para lucir una expresión post orgasmo, tan sólo un piso que brille.

que si no me inspiro en la cama, puedo mandar un sms al 2020.

que puedo preparar cualquier porquería pero que si le encajo Mendicream, nadie se da cuenta.

que no tengo que usar Glade Toque si no quiero que me aparezca un borrego para hacer sus necesidades como en el baño de Carlitos.

que  si ellos se ponen Axe, les caen las minitas que no alcanzaron a acercarse cuando se afeitaron pero si yo uso Impulse, los desconocidos me regalan flores de onda, no porque tenga pinta de muerta.

Muchas cosas útiles verán.

Lo que todavía no me dijeron es....


¡¿Qué es lo que me tengo que poner, sacar o comprar  para que se me tire este?!

Desalojo

Posted by Perra Latosa | Posted in , , , | Posted on 12:11

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Voyeur del deseo y del disfrute ajeno, te mecés en la nada misma en la que te escondés detrás de todas tus correcciones.  Viviendo una y mil vidas de otros abnegadamente,  y la tuya repleta de privaciones. Siempre habrá un motivo para cubrirte con la cobijita y quedarte ebulliendo una y mil ilusiones no consumadas, sin saber quién movió los hilos  esta vez. Como siempre fuiste vos, ni siquiera jugando, te trasgredís tomando el paso.


Esponjita de emociones ajenas sos incapaz de retribuirlas sin escupirlas masticadas, trituradas por siglos que no son los tuyos: Manual de la buena marioneta del deber ser. Fábrica de complacencias, reflejo de lo incipiente, eco de lo anhelado. Vacío de voluntades  te movés por ósmosis hacia tu casita ¿Querés que te haga un croquis de los poros no recorridos, de las carnes no degustadas, de las emociones no estrenadas en el camino? Es mejor que sigas sin saberlo. El silente sólo encuentra silencio y quien mezquina, no recibe nada.

Chusma

Posted by Perra Latosa | Posted in , , , , | Posted on 13:16

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Ese ser que mete sus narices dónde no lo llaman no ha recibido los reconocimientos que merece por su labor. Desde el tímido que oye las conversaciones en el bondi, pasando por los que pegan sus orejas a las puertas y paredes con un vaso para oir mejor y transmitir versiones más fidedignas, hasta los sofisticados que hacen una inversión para tal efecto y no escatiman en binoculares, micrófonos, etc. Los que divulgan y los que disfrutan a solas (aunque estos merecen ser reprochados por su falta de aporte a la causa).
No hay día del chusma, sólo certeras campañas publicitarias que apuntan al chusma que reside en cada uno de nosotros (no vamos a andar restándonos crédito por contribuir por acción u omisión a su tarea encomiable).

¿Qué sería de la vida sin los chusmas? Meto a todos en la bolsa.

-No habría testigos de accidentes e ilícitos. 

-La tasa de divorcios se vería fuertemente reducida.

-Las calumnias e injurias no serían algo que dan y mucho de comer a algunos abogados mediáticos.

-En las novelas, los argumentos se dilatarían sine die sin la necesaria intervención del chusma. Sin importar si desempeñan un rol primordial o secundario (estos además sirven para estirar y para pasar chivos) nunca falta la mucama, la pérfida, la vecina que se ocupa de que él o la protagonista, se entere que le metieron los cuernos o descubra que no estaba ni tan paralítico, ni tan ciego.

-En los laburos nos embolaríamos a mares si no viniera el chusma a contarnos las últimas novedades sobre asuntos remunerativos, curros y sábanas de los jefes y/o compañeros.

-En el barrio no sabríamos quién se curte a quién, quién está arreglando su casa, a quién despidieron, quién salió del placard y a quién le llenaron la cocina de humo.

-No nos enteraríamos qué tan grande están nuestros hijos ni que tan caídas nuestras cachas.
-No existirían redes sociales como Facebok, Twitter, etc. y el desarrollo tecnológico de las comunicaciones se hubiera visto seriamente entorpecido sin la demanda por más y mejores servicios de chusmerío.

-No habrían pornos.

-No habrían programas pedorros para rellenar la grilla de programación.

-Youtube sólo serviría para videos musicales.

-El morbo se cagaría de hambre.

En general las noticias que nos traen los chusmas nos importan y nos aportan tres carajos pero ¿quién se atreve a cuestionar que prestan un servicio haciéndonos creer que nos perdemos de algo fundamental?  ¿Cuánto nos han hecho gastar en discusiones, juicios, aclaraciones? Qué aburridos estaríamos sino.

Por eso, desde aquí mi reconocimiento para:

-La fiambrera del barrio y a sus kilos de bodoque en las pestañas por amenizar sus cortes de los cien gramos de salchichón primavera con sus inquietantes preguntas.

-Las fierreras del 1º E de la Torre 2, que permanentemente pretendían estar al tanto no sólo si había cambiado de novio sino también por el modelo de auto que lucía en cada oportunidad y el valor del mismo.

-El portero, que ponía en aviso a nuestros padres de nuestros horarios de llegadas a la par que dejaba reluciente la entrada de tanto pasarle escoba a las mismas baldosas.

-Mi vecina de al lado, que ni bien me mudé, no sólo se presentó sino que me ahorró la molestia de tener que cursarle invitación para realizar un tour por mi departamento.

-Las chicas de la Mesa de Entradas, que traen novedades frescas de todos los pisos del laburo y nos evitan notificar las nuestras a otros.

-La chica de la caja de la verdulería que siempre está pendiente de mí -pese a ser tan poco digna de interés- y que tanto se preocupa por el tono de mi pelo, de dónde compro mis pilchas, a dónde me voy de vacaciones y mis finanzas.

-A las mamás de la escuela, que hasta me mandan mails comentando chusmeríos sobre otros padres y maestros para que no tenga que molestarme en llegar temprano a hacer puerta.

Y en especial, para todos aquellos que han invertido horas de sus vidas en preocuparse  por si era trola o sólo lo parecía, en qué posición me gustaba, si estoy en el puesto que estoy por haberme comido a alguien,  quién me arregla, me banca o sponsorea:


Very, very much! =D

 

Cualquiera

Posted by Perra Latosa | Posted in , , | Posted on 2:01

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Ayer por la tarde vino de visita a nuestra oficina una colega amiga y como siempre que eso sucede, una cosa llevó a la otra y terminamos en cualquiera. Es que está dotada de una capacidad notable para lograr que todo derive siempre hacia ese destino.

El caso es que durante esa charla  refrescamos algunos principios establecidos en tiempos en que compartiéramos espacio, sustentados en nuestros más básicos e irracionales prejuicios. Latu sensu, habíamos definido distintos tipos, en sentido literal y figurado:






-Si es alto, tiene olor a patas (?????).

-Si es bajo, mal aliento (contrapartida del anterior que se justifica en la menor distancia entre los pies y  la boca).
-De baja estatura compensa altura con ego o con novia alta.

-Bajo que busca mujer alta no superó el Edipo.

-Con cara de nabo, tiene tremendo ídem (¡y no lo sabe usar!).

-Si baila bien, baila bien.
-Manos y/o dedos chicos o grandes, miembro ídem. Concepto que se extiende a las narices.

-Si habla demasiado de su madre, rajá. Si no habla nada, también.

 Y así...

Nada que no sea de conocimiento femenino más que compartido (bueno, yo también me junto con cada una!). Ellos también tienen los suyos a nuestro respecto. Yo he padecido y padezco de varios por mi aspecto, pero que no voy a citar simplemente porque no pienso andar avivando a los giles que aún no saben de estas categorizaciones.


Ojalá  se redujeran a este tipo de bobadas de fácil  y amena refutación. Pero pese a lo ofensivos que pueden parecer no son los que más,  los hay y aún más dañinos. Tampoco soy taaaaaaan cara rota como para emprender un abordaje serio y exhaustivo de carácter psico-sociológico, para eso hay gente que sabe -y mucho- tratar las implicancias del tema. No es mi caso ni lo que me he propuesto.

Traje esto a colación, porque quería traslucir una reflexión  sobre el prejuicio, que anda girando en mi cabeza desde hace tiempo. Que no es más que esa sentencia previa con la que azotamos gente y oportunidades cuando  nos dejamos arrastrar por caprichosas categorizaciones que reproducimos indolentemente. ¿Cuántas veces -sin que las manchas en nuestro lomo cuenten- aún habiendo comprobado que estas premisas son completamente descabelladas, reincidimos en ellas o  creamos  nuevas?

Cuando era pendeja, tenía establecido que el primer tipo con el que me iniciaría sería alguien mayor.  Búsquedas de figuras parentales al margen, tampoco las experiencias con mis pares me permitían soslayar esta idea, ya había probado que con un beso un poco intenso,  estaban intentando manotearte el corpiño y pasarte al cuarto para seguir con las fracciones. En ese entonces en uno y otro bando pesaban otros preconceptos adquiridos secularmente: si eras un flaco tenías que tranzarte a la mina pronto para no pasar por gil; estaban las que entregaban, y las novias. Los muy turros tenían la caradurez de plantearte que si no entregabas satisfacerían sus necesidades biológicas con otra,  para luego continuar con las divisiones, entre las fáciles y las oficiales. Terminaban todos oficializando: con Manuela.

Unos y otros nos sentíamos compelidos por preconceptos cincelados en los ámbitos en que nos movíamos . Torpemente queríamos adecuarnos a los standards de "normalidad" actuando de la manera que esperaban de nosotros. Yo decidí abandonar el barco: ante este panorama, no sé bien cómo ni cuando, se instaló esa idea en mi cabeza. Yo no pretendía un príncipe azul que pidiera mi mano, siempre me asustó la gente de un color distinto a los abúlicos pálidos y los cálidos marrones,  y más aún si venían con intenciones de desmembrarme.

Tampoco alguien de la realeza. Me conformaba con un burgués o proletario que disimulara sus intenciones bajo la solapa de la galantería y que al menos ab initio, me sorprendiera con  que me abriera y sostuviera la puerta antes que se estrellara en mi cara y con algún que otro eufemismo. Lo único que logré con la concreción de este anhelo fue cimentar  mis prejuicios al desechar muchas experiencias, que pudieron haber sido buenas, con flacos más cercanos a mi edad. Ya  hablaba en otro idioma y las diferencias eran mayores.

Lo mismo con las amistades de uno u otro sexo. Siempre andaba y disfrutaba estar entre adultos  y me costaba mucho conectarme en las charlas con mis compañeros. En realidad no me interesaba saber demasiado de ellos -me aburría como un hongo- tan solo pasar el rato. Yo era rara para ellos, no era alguien que ameritara su aprobación y viceversa. Tal es así que recuerdo a pocos de ellos (los pocos inadaptados como yo y sobre los cuales también pesaban otra clase de prejuicios)  y el resto no me generan nada,  como no me lo generaban en ese entonces. Eramos completos desconocidos fuera del marco del colegio. Ya ni me acuerdo sus nombres. Capaz que eran unos genios, nunca lo supe.

Lo que sí se es que no existe la fórmula mágica que nos permita eludir las malas elecciones y la gente pelotuda no admite circunscripciones etarias ni genéricas.  La responsabilidad por aquéllas era mía, simplemente elegí mal  muchas veces y no había sortilegio  que impidiera que incurriera en nuevos errores.  El no tener claro qué quería, menos.

El eludir el desafío de probar cosas distintas a las que adopté y me aferré, no hizo que ganara en  aceptación e indirectamente en seguridad como pretendía sin ser conciente de ello, sólo me convieriíen una cobarde disfrazada de guapa. Sin despeinarme demasiado reconozco que la base de todos mis prejuicios ,que por mucho tiempo enmascaré proyectando una supuesta autosuficiencia, era la de protegerme de la posibilidad de establecer vínculos factibles, comprometidos, duraderos en unos casos, y en su mayoría, para  protegerme del rechazo.

Ahora que ando más ligera de equipaje, debo agradecer la  suerte que tuve por haber logrado -sin proponérmelo- el incorporar a mi acervo afectivo personas que las hubiera rechazado sin siquiera darme la oportunidad de conocerlas, disfrutar y enriquecerme al  compartir experiencias a diario con ellas.  Algo tuve que haber enterrado para que eso cambiara...

Sigo no obstante pensando que los bajos compensan altura con ego y que todos los negros tienen lindo culo.=D

En la línea

Posted by Perra Latosa | Posted in , , , , | Posted on 14:53

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Conversando con una amiga, surgió el tema del “¿Qué hubiera sido si...?" Esa pregunta formulada de otra manera, a ella la había inspirado oportunamente para plasmar sus impresiones en una nota de su blog que recomiendo, con su modo tan peculiar y que tanto disfrutamos quienes nos contamos entre sus asiduos lectores.

Es mi turno de expresar las que a mí me disparó su pregunta.

En un primer momento sólo reparé en que no sirve de nada lamentarse por lo no recorrido, lo no concretado, lo no gozado. No era para nosotros y se acabó el cuento. Lo hecho, hecho está y las elecciones efectuadas trazaron nuevos caminos y bifurcaciones que posiblemente sean consecuencia de ellas. Puede ser conformismo (hay altas probabilidades que así sea pero prefiero llamarle responsabilidad por los actos) y no le encuentro sentido lamentarme sobre la leche derramada y  no apreciar lo que puede abrirse adelante. Menos sentido aún tiene detenerse a mensurar la potencial pérdida derivada del acierto o error de esa elección.

Sólo nos queda procurar gozarlos o enmendarlos. Cada camino recorrido dejó su impronta en nuestra experiencia y el sacudirse de ellas, aún figuradamente, tiene un resabio de autotraición: no estamos siendo justos con lo que ahora somos. Sobre todo si tenemos en cuenta que no siempre tenemos a disposición siquiera la mínima certeza ni dato alguno respecto de lo que sucederá, y que no siempre al optar contamos con la libertad de no estar sujetos a alguna causa que nos apremie y no deje espacio para la reflexión.

En este último caso, si es que las elecciones estuvieron empañadas por la acuciante necesidad de tomar el primer rumbo que se ofreciera menos pedregoso ¿qué sentido tiene verlo con los ojos del hoy en donde el apremio fue superado, en dónde es fácil obviar aquello que pudo haberte condicionado a optar por tal o cual curso de acción? Hoy sos lo que sos en buena parte por lo que elegiste en su momento ser. Podés cambiar a futuro, pero el pasado no nos está a mano. Cualquiera gana la quiniela con el diario de mañana.

Continuamos la charla afinando el divague y surgió el tema de los momentos límites, esos que se pueden apreciar con mayor claridad visto desde lejos como bisagras en nuestras vidas, en los que tenemos la aptitud suficiente como para lograr lo que nos proponemos o arruinarlos en ese mismísimo instante. Cada detalle, por nimio que sea, cuenta. Es en ese momento en donde deben concretarse las cosas, no hay espacio para la anticipación ni la postergación menos para la duda: Una llegada tarde, una pregunta inapropiada, un nombre pronunciado por error, una huída, una respuesta impulsiva brindada desde la más profunda visceralidad o emotividad, un enojo, un beso bien estampado...pueden ser sumamente eficaces en estos momentos. Esas cosas que hacemos hasta mecánicamente todos los días, pero que en la línea tienen un efecto expansivo. Es fácil darse cuenta cuáles son, son esos que nos hacen felicitarnos o putearnos por muuuuuucho tiempo, en los que podemos ver con extrema claridad las líneas que se nos abren en unas u otras direcciones. No admiten medias tintas, están empapados por la adrenalina de la incertidumbre, del no saber qué sigue y que poco importe mayormente: hay que llevarlo a cabo o desecharlo por completo. Pueden o no venir precedidos de expectativa, mejor si no, capaz. Cuánto más misterio mejor...


Y a mí, que pese a que por mis arrojos temerarios estoy AHÍ de redactar un tratado de la loseritud, pareciera que no me basta con los estragos provocados ¡que voy por más!. Me sigue fascinando poder anticiparme a ellos y que no me agarren con una imprevista cobardía,  tentada siempre en cometer la picardía de meterle de prepo la cola al Diablo e intentar sortear con el último aliento, lo que parece un camino seguro. Lo único que suele convocarme a la mesura, es el temor de afectar a terceros pero cuando sólo está en juego mi persona y se cumple en principio la condición antedicha, no hay mucho margen para la cavilación. Es que cuando se trata de sentirse vivos, no es cuestión de andar con melindrosas concesiones. De última, le echamos la culpa al destino...

Ubicuos

Posted by Perra Latosa | Posted in , , , , , , , , , , | Posted on 14:20

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Pese a reconocer la enorme ventaja que significaba contar con ellos, no pude evitar desde su aparición sentir cierto recelo hacia los celulares. Debe ser por eso que fuí forzada, -sí esa es la palabra-, a tener uno cuando las circunstancias no me dejaron otra opción. Pero a partir que lo tuve (y sucesivos) tampoco podía evitar que se accidentaran, extraviaran, estuvieran permanentemente descargados o que directamente no funcionaran. Parecía que mi aversión trascendía cualquier sentido de practicidad y toda mi energía negativa coartara el correcto desempeño del objeto en cuestión.

Tampoco es que no fuera conciente que era poco práctico y bastante pelotudo ese sentir. Simplemente sabía que no me interesaba "gozar" de esa ubicuidad que brinda este aparato, ese estar hallable TODO el tiempo, a CUALQUIER hora,  para CUALQUIERA que tenga el número y casi en CUALQUIER LUGAR  en el que tenga cobertura.

La verdad es que me rompe las guirnaldas sentirme tan ubicua, tan expuesta. Pero dejando al margen ese fastidio que hasta yo reconozco como irracional,  fue reciente el descubrimiento de una de las tramas que también subyacía a esa aversión casi impensable en el presente en que todo está dominado por las telecomunicaciones y tuvimos el tiempo suficiente para adaptarnos a ellas: se había perdido en cierto modo, la mística de los encuentros al sacrificarse con ese avance la espontaneidad de lo fortuito. 

Partamos de la base que cuando uno quiere y tiene ganas es fácil encontrar al otro. Sobre todo si ambos comparten ese ánimo. Pero en veinte años la dinámica de los encuentros se ha transformado radicalmente.

"ak stoi bldo"

Hace unos años, debías primeramente tener la suerte de tener un teléfono en casa. Caso contrario dependías del teléfono de alguna vecina piadosa a la que tampoco podías molestar a cualquier hora y mucho menos por huevadas de flirteos y eso.


 Este era re moderno, los de Entel tenían disco que arruinaban la manicure
Entonces la cosa era más o menos así: el flaco te pasaba su número, vos a él  o ambos en condiciones ideales. Luego venía la etapa de "quién llama a quién" y especialmente el "cuando",  tema que dominaría las charlas entre chicas en las tardes de ocio en esa etapa en que nuestras preocupaciones quedaban resumidas mayormente al sexo opuesto, sus costumbres y fundamentalmente, establecer el parecido del fulano de turno -con fórceps casi siempre- con la estrellita que nos gustara....ese día.

¡¡¡Seguís igual a Luciano!!!

La conclusión casi siempre era: llamar pronto es estar desesperada. Entonces pues, había que esperar a que el otro lo hiciera o animarse a llamar -sin cortar- una vez  cumplido el caprichoso lapso establecido en el contubernio para no dar fácil. Concluidos estos pasos pues, pasábamos a la etapa de concertar una cita. Uff, si éramos unas vivas.. (!)  

Y ahí comenzaba el misterio...

Si el lugar no era tan concurrido, el álea se reducía a la posible no concurrencia por causa de fuerza mayor o voluntaria disimulada de tal. Una vez en la calle, sólo contábamos con teléfonos públicos (los que sobrevivieran) y había que tener cospeles los que posiblemente habían hecho las veces de moneda en el bondi en tiempos de boletera. Ergo, al ser concientes y no tanto de estas limitaciones técnicas, no se requerían grandes habilidades para ocultar la ausencia de ganas -con eficiencia, para el caso de arrepentimiento- sin que tuvieras que fumarte por mucho el embole del otro por el plantón. Todo estaba mayormente en contra. Para lo que sí había que ser hábil, era para generarle culpa al otro por ser tan mal pensado cuando tu  abuelita estaba enferma, tus viejos no te dejaban salir o tu vida corría riesgo (?).

Pero estábamos en el supuesto en que las ganas fueran compartidas...

Entonces, la aventura pasaba cuando se fijaba el encuentro en algún lugar muy concurrido. Sea en una disco, en una playa o en un recital sin tener nada que pudiera darnos una referencia de dónde carajos estaba el otro, encontrarse pues, no era tan sencillo y con ello la expectativa depositada en la concreción del encuentro tenía más posibilidades de dilatarse (yo no tendré mucha paciencia pero si lo que voy a comer está bueno me gusta hacerlo de a poco y degustarlo biiiiiiiiiiiiien). Podíamos pasar horas girando hasta encontrarnos, y en medio tejer toda clase de especulaciones al respecto. Con suerte te lo encontrabas sin diez hijos y casado con otra que conoció...esa noche en que lo dejaste plantado.
 
Si finalmente se encontraban y la relación avanzaba, comenzaban los recíprocos llamados y allí sí, tenías que olvidarte de mantener conversaciones "privadas" y menos aún cachondas, sin la presencia de tus padres que casualmente prestaban atención a algún programa en la tevé y reducían el ruido  y la charla; o la de algún hermano molesto que pretendía ser remunerado por cumplir con su deber de no estorbar y menos aún de rajarte a la habitación con ese cable colita de chancho.




                         
"Uhm, ahm, ehhhhhhhhhmmm"
eran las respuestas a las interesantes propuestas 

Si por las vacaciones se distanciaban, extensas cartas -y hasta perfumadas- se cruzaban y con fortuna algún llamado que alivianara la nostalgia por el otro. Sí bueno, ahora están los mails y el messenger (otro homicida) pero la accesibilidad que tienen y permiten le resta mérito al compararlo con la gesta de escribir una carta e ir a un correo cuidando de pagar por el servicio certificado si es que pretendíamos que las noticias llegaran al menos dentro de un mes.  Ni las extensas colas ante las telefónicas para poder hablar dos minutos por un huevo y fracción. Había que tener muuuuuuuchas ganas. Se perdía en contemporaneidad, pero se ganaba en expresividad y las ansias por mantener contacto eran fácilmente mensurables por los escollos que debían sortearse.

Corolario: Se acabó el misterio, y las elucubraciones no sólo en torno a si nuestra pareja, amigos, familiares, están vivos, cómo lucen, cuánto daño ha hecho el paso del tiempo  en ellos, sino también acerca de la alineación de estrellas y demás designios del destino que parecían allanar el encuentro.  Cualquier vestigio de especulación de si los podemos ver, dónde, cuándo es fácil de remover con sólo un llamado. Hoy podés saber todo el tiempo del otro, ver tanto como quiera mostrar de sí  mediante los medios que están dispuestos para ello. Podés saber hasta la latitud en la que está. Pero también si hoy no querés que sepan de vos, no va a pasar mucho tiempo para que se note que es por falta de ganas y olvidate que tu boludez que antes era fácil de fraguar quede impune: caller ID, se llama el delator. Pues para colmo son buchones.  Nah, no jodamoss...¡hoy cualquiera se encuentra!


Alegato

Posted by Perra Latosa | Posted in , , , , | Posted on 15:57

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Todo aquel que se haya visto preso de su careta va a entenderlo. No resulta fácil desarticular la estructura montada y reforzada a través de los años, por más que intuyamos que lo que nos espera nos evitará tantísimas angustias.

Es que del dolor, de la tristeza, es difícil construir algo que sea estable, que nos brinde la seguridad anhelada. Nos asimos de un personaje que dista enormente de quien realmente somos, y sobrevivimos como podemos. Pero tarde o temprano el traje del susto ajusta y ya no nos resulta tan cómodo.  Aún así seguimos viviendo en el lado B y peor aún, convencidos que es lo único  que hay y es el que nos merecemos.

Llega el día en que creemos que somos lo que fingimos ser. Lo que con arácnida paciencia  montamos para distraer nos consume. Cada quien sabe qué rol se asigna, eso en el mejor de los casos. Hay quienes se han definido conforme las expectativas de terceros (es más complejo todavía). No obstante, hemos desarrollado el talento de ser buenos simuladores y damos por descontado que al otro no le interesa -no en lo profundo- lo que nos sucede y jamás nos va a descubrir mientras continúen en la suya, cargando y descargándose en nosotros. Porque a funcionales no nos gana nadie, otra característica es la utilidad que prestamos a terceros afrontando la responsabilidad que esquivan con la habilidad de tocar -en tiempo propio- el resorte de la culpa.

Sería sencillo liberarnos si pudiéramos desligarnos de aquello que no nos pertenece y sostenerlo en el tiempo; si despejáramos el horizonte de quienes claramente no nos quieren y están presentes en nuestras vidas a partir de elecciones efectuadas en estado de necesidad; de quienes sólo se arriman cuando precisan de nuestros servicios; si no tuviéramos tanta necesidad de que nos amen y protejan simplemente por ser y estar; si no temiéramos que ante cada entrega nos arrebaten lo poco que creemos que tenemos o nos queda, para poder reconstruirnos luego. Así sean hilachas de amor propio.

Porque será doloroso y estaremos acostumbrados a ello, pero es un sitio de confort del que es difícil moverse sin temer sentirnos en bolas, pero despiertos y sin red alguna que nos cubra. En resumidas cuentas, que el otro descubra lo pobrecitos que somos en realidad o  cómo nos cotizamos a partir de nuestros despojos, pero no desde nuestra potencial y poco explorada capacidad de brindar afecto. Cuánta fragilidad nos habita...

Tarde o temprano si todavía te queda pulso y tu sangre no devino en Cepita de manzana, algún disparador te devuelve al punto de partida. Ese en el que te cosiste el disfraz a medida. Pero esta vez  tenés la oportunidad de resetearte  y probar algo distinto   o continuar sumergido en la bosta, fingiendo que todo lo podés y que si no, no te importa, cuando en realidad el temor al desamparo, la incertidumbre y la soledad, te lacera. Echás mano a lo que conocés, pero seguís esquivando lo que querés como si no te fuera alcanzar para el trueque. A propósito ¿por qué trocar? ¿por qué por una vez no tomar lo que nos corresponde y dejar de perder el tiempo en gente y cosas que no son para uno?

Las piezas las tenés e intuís dónde va cada una, podés armarla de otra manera esta vez. Yo sé que todavía cuesta, apagá la luz, dame la mano y salgamos de la caja.