Alegato

Posted by Perra Latosa | Posted in , , , , | Posted on 15:57

3

Todo aquel que se haya visto preso de su careta va a entenderlo. No resulta fácil desarticular la estructura montada y reforzada a través de los años, por más que intuyamos que lo que nos espera nos evitará tantísimas angustias.

Es que del dolor, de la tristeza, es difícil construir algo que sea estable, que nos brinde la seguridad anhelada. Nos asimos de un personaje que dista enormente de quien realmente somos, y sobrevivimos como podemos. Pero tarde o temprano el traje del susto ajusta y ya no nos resulta tan cómodo.  Aún así seguimos viviendo en el lado B y peor aún, convencidos que es lo único  que hay y es el que nos merecemos.

Llega el día en que creemos que somos lo que fingimos ser. Lo que con arácnida paciencia  montamos para distraer nos consume. Cada quien sabe qué rol se asigna, eso en el mejor de los casos. Hay quienes se han definido conforme las expectativas de terceros (es más complejo todavía). No obstante, hemos desarrollado el talento de ser buenos simuladores y damos por descontado que al otro no le interesa -no en lo profundo- lo que nos sucede y jamás nos va a descubrir mientras continúen en la suya, cargando y descargándose en nosotros. Porque a funcionales no nos gana nadie, otra característica es la utilidad que prestamos a terceros afrontando la responsabilidad que esquivan con la habilidad de tocar -en tiempo propio- el resorte de la culpa.

Sería sencillo liberarnos si pudiéramos desligarnos de aquello que no nos pertenece y sostenerlo en el tiempo; si despejáramos el horizonte de quienes claramente no nos quieren y están presentes en nuestras vidas a partir de elecciones efectuadas en estado de necesidad; de quienes sólo se arriman cuando precisan de nuestros servicios; si no tuviéramos tanta necesidad de que nos amen y protejan simplemente por ser y estar; si no temiéramos que ante cada entrega nos arrebaten lo poco que creemos que tenemos o nos queda, para poder reconstruirnos luego. Así sean hilachas de amor propio.

Porque será doloroso y estaremos acostumbrados a ello, pero es un sitio de confort del que es difícil moverse sin temer sentirnos en bolas, pero despiertos y sin red alguna que nos cubra. En resumidas cuentas, que el otro descubra lo pobrecitos que somos en realidad o  cómo nos cotizamos a partir de nuestros despojos, pero no desde nuestra potencial y poco explorada capacidad de brindar afecto. Cuánta fragilidad nos habita...

Tarde o temprano si todavía te queda pulso y tu sangre no devino en Cepita de manzana, algún disparador te devuelve al punto de partida. Ese en el que te cosiste el disfraz a medida. Pero esta vez  tenés la oportunidad de resetearte  y probar algo distinto   o continuar sumergido en la bosta, fingiendo que todo lo podés y que si no, no te importa, cuando en realidad el temor al desamparo, la incertidumbre y la soledad, te lacera. Echás mano a lo que conocés, pero seguís esquivando lo que querés como si no te fuera alcanzar para el trueque. A propósito ¿por qué trocar? ¿por qué por una vez no tomar lo que nos corresponde y dejar de perder el tiempo en gente y cosas que no son para uno?

Las piezas las tenés e intuís dónde va cada una, podés armarla de otra manera esta vez. Yo sé que todavía cuesta, apagá la luz, dame la mano y salgamos de la caja.   

Comments (3)

Inquietante propuesta.

Saludos!

Incluso la fragilidad tiene algo de bueno. Y el perderse y encontrarse, una y otra vez, es un juego necesario. Al menos para los que nos gusta aprender jugando.

Mientras exista aunque sea una persona o un solo espacio donde uno pueda desvestirse sin miedo, habrá un sendero de retorno para el que se anime a reconocerlo.

Sos grosa nena. Te quiero!

La fragilidad tiene mucho de bueno si todos juegan con las mismas cartas. Sabemos que no es fácil y que gran parte de nuestra capacidad de adaptación muchas veces pasa por resignarla, al menos quienes hemos llegado a edad adulta con varias quemaduras en el camino.

Pero es como decís, mientras haya un lugar, una persona y especialmente un momento en el que podamos hacerlo habrá posibilidad de encarar las cosas de un modo que nos resulte cómodo y placentero.

Estoy ante una maestra. Yo también te quiero!