Cualquiera

Posted by Perra Latosa | Posted in , , | Posted on 2:01

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Ayer por la tarde vino de visita a nuestra oficina una colega amiga y como siempre que eso sucede, una cosa llevó a la otra y terminamos en cualquiera. Es que está dotada de una capacidad notable para lograr que todo derive siempre hacia ese destino.

El caso es que durante esa charla  refrescamos algunos principios establecidos en tiempos en que compartiéramos espacio, sustentados en nuestros más básicos e irracionales prejuicios. Latu sensu, habíamos definido distintos tipos, en sentido literal y figurado:






-Si es alto, tiene olor a patas (?????).

-Si es bajo, mal aliento (contrapartida del anterior que se justifica en la menor distancia entre los pies y  la boca).
-De baja estatura compensa altura con ego o con novia alta.

-Bajo que busca mujer alta no superó el Edipo.

-Con cara de nabo, tiene tremendo ídem (¡y no lo sabe usar!).

-Si baila bien, baila bien.
-Manos y/o dedos chicos o grandes, miembro ídem. Concepto que se extiende a las narices.

-Si habla demasiado de su madre, rajá. Si no habla nada, también.

 Y así...

Nada que no sea de conocimiento femenino más que compartido (bueno, yo también me junto con cada una!). Ellos también tienen los suyos a nuestro respecto. Yo he padecido y padezco de varios por mi aspecto, pero que no voy a citar simplemente porque no pienso andar avivando a los giles que aún no saben de estas categorizaciones.


Ojalá  se redujeran a este tipo de bobadas de fácil  y amena refutación. Pero pese a lo ofensivos que pueden parecer no son los que más,  los hay y aún más dañinos. Tampoco soy taaaaaaan cara rota como para emprender un abordaje serio y exhaustivo de carácter psico-sociológico, para eso hay gente que sabe -y mucho- tratar las implicancias del tema. No es mi caso ni lo que me he propuesto.

Traje esto a colación, porque quería traslucir una reflexión  sobre el prejuicio, que anda girando en mi cabeza desde hace tiempo. Que no es más que esa sentencia previa con la que azotamos gente y oportunidades cuando  nos dejamos arrastrar por caprichosas categorizaciones que reproducimos indolentemente. ¿Cuántas veces -sin que las manchas en nuestro lomo cuenten- aún habiendo comprobado que estas premisas son completamente descabelladas, reincidimos en ellas o  creamos  nuevas?

Cuando era pendeja, tenía establecido que el primer tipo con el que me iniciaría sería alguien mayor.  Búsquedas de figuras parentales al margen, tampoco las experiencias con mis pares me permitían soslayar esta idea, ya había probado que con un beso un poco intenso,  estaban intentando manotearte el corpiño y pasarte al cuarto para seguir con las fracciones. En ese entonces en uno y otro bando pesaban otros preconceptos adquiridos secularmente: si eras un flaco tenías que tranzarte a la mina pronto para no pasar por gil; estaban las que entregaban, y las novias. Los muy turros tenían la caradurez de plantearte que si no entregabas satisfacerían sus necesidades biológicas con otra,  para luego continuar con las divisiones, entre las fáciles y las oficiales. Terminaban todos oficializando: con Manuela.

Unos y otros nos sentíamos compelidos por preconceptos cincelados en los ámbitos en que nos movíamos . Torpemente queríamos adecuarnos a los standards de "normalidad" actuando de la manera que esperaban de nosotros. Yo decidí abandonar el barco: ante este panorama, no sé bien cómo ni cuando, se instaló esa idea en mi cabeza. Yo no pretendía un príncipe azul que pidiera mi mano, siempre me asustó la gente de un color distinto a los abúlicos pálidos y los cálidos marrones,  y más aún si venían con intenciones de desmembrarme.

Tampoco alguien de la realeza. Me conformaba con un burgués o proletario que disimulara sus intenciones bajo la solapa de la galantería y que al menos ab initio, me sorprendiera con  que me abriera y sostuviera la puerta antes que se estrellara en mi cara y con algún que otro eufemismo. Lo único que logré con la concreción de este anhelo fue cimentar  mis prejuicios al desechar muchas experiencias, que pudieron haber sido buenas, con flacos más cercanos a mi edad. Ya  hablaba en otro idioma y las diferencias eran mayores.

Lo mismo con las amistades de uno u otro sexo. Siempre andaba y disfrutaba estar entre adultos  y me costaba mucho conectarme en las charlas con mis compañeros. En realidad no me interesaba saber demasiado de ellos -me aburría como un hongo- tan solo pasar el rato. Yo era rara para ellos, no era alguien que ameritara su aprobación y viceversa. Tal es así que recuerdo a pocos de ellos (los pocos inadaptados como yo y sobre los cuales también pesaban otra clase de prejuicios)  y el resto no me generan nada,  como no me lo generaban en ese entonces. Eramos completos desconocidos fuera del marco del colegio. Ya ni me acuerdo sus nombres. Capaz que eran unos genios, nunca lo supe.

Lo que sí se es que no existe la fórmula mágica que nos permita eludir las malas elecciones y la gente pelotuda no admite circunscripciones etarias ni genéricas.  La responsabilidad por aquéllas era mía, simplemente elegí mal  muchas veces y no había sortilegio  que impidiera que incurriera en nuevos errores.  El no tener claro qué quería, menos.

El eludir el desafío de probar cosas distintas a las que adopté y me aferré, no hizo que ganara en  aceptación e indirectamente en seguridad como pretendía sin ser conciente de ello, sólo me convieriíen una cobarde disfrazada de guapa. Sin despeinarme demasiado reconozco que la base de todos mis prejuicios ,que por mucho tiempo enmascaré proyectando una supuesta autosuficiencia, era la de protegerme de la posibilidad de establecer vínculos factibles, comprometidos, duraderos en unos casos, y en su mayoría, para  protegerme del rechazo.

Ahora que ando más ligera de equipaje, debo agradecer la  suerte que tuve por haber logrado -sin proponérmelo- el incorporar a mi acervo afectivo personas que las hubiera rechazado sin siquiera darme la oportunidad de conocerlas, disfrutar y enriquecerme al  compartir experiencias a diario con ellas.  Algo tuve que haber enterrado para que eso cambiara...

Sigo no obstante pensando que los bajos compensan altura con ego y que todos los negros tienen lindo culo.=D

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