Entrega

Posted by Perra Latosa | Posted in | Posted on 21:09

2

Tantos días en cama variándome entre sentirme miserable o más miserable aún, sumado al desgano por ocupar mi cabeza en cosas útiles como suelo hacer (peinarme por ejemplo), la saturación de berreteadas vistas en la TV, la imposibilidad de concentrarme en la lectura de algo que no se tratara de un prospecto médico (y sólo porque no entiendo un choto de lo que suelen decir, pero quiero hacer como que voy a saber si me voy a morir dignamente al menos) me fueron llevando a las preguntas existenciales (?) que  procuro esquivar para no terminar enroscada en ideas, que no tienen principio, ni fin.

A veces creo que lo que vivimos en nuestros primeros años es un ensayo de lo que luego deberemos vivir.  Son adelantos de las experiencias que nos tocarán y necesitamos sortear para contar con las herramientas y armas para afrontar las del futuro y en las que nos jugaremos todo. 

Pero en esa suerte de borrador, que luego será nuestro libro de vida hay sucesos y conceptos que no alcanzamos a comprender y que nos obligan a improvisar a falta de un criterio unánimente compartido. Hay tantos sentidos, como personas y todo el tiempo deberemos conciliarlos con aquellos con quienes pretendemos relacionarnos para lograr el éxito de la unión.

Entre los que nunca alcancé a entender  siempre hubieron dos, que por distintos motivos, me urgió  entender su sentido y jamás lo logré cabalmente: La "entrega" y la mentira. Así pues me cree los propios de la forma en que suelo hacer las cosas que requieren de mi pronta respuesta: improvisando sobre la base de mi propia capacidad y experiencia.

Pero para lograr esto debe mediar una pregunta elemental:


¿¿¿¿Por qué????

Ahora entiendo que los porqués no siempre encuentran una respuesta. O se comprenden cuando uno alcanza la madurez suficiente para hallarla por sí mismo. Algunos son complejos de explicar porque nos falta experiencia, otros por falta de sabiduría y otros porque expondrían nuestros artilugios a la hora de formar a nuestros hijos. Todos hemos estado ávidos por encontrar respuestas a nuestros porqués, porque eran el acceso directo al entendimiento de conductas que nos marcaban el cómo debíamos comportarnos y la llave para adentrarnos al conocimiento.

No obstante, cuando existen respuestas a esos porqués, lo que falta es receptor que quiera aceptarlo, así sea uno mismo...

Me rompía soberanamente los ovarios que me impusieran tareas de la casa (con lo que las amo! ¬¬), llegar a casa a horario, en definitiva, que me obligaran a hacer cosas que al zángano de mi hermano no para el mismo resultado: salir de joda. Que los profesores ante la más mínima incomodidad que expusiera su ignorancia sobre algún tema, en lugar de reconocer esa circunstancia, trocaran su indignación descargando su fastidio sin permitir reciprocidad a su maltrato. Ya me jodía lo injusto, lo inequitativo, el abuso de poder que sin tener la capacidad aún para reconocerlo como tal, ni  conocer el daño del que es capaz , podía percibir escondido tras esos actos arbitrarios.

Y así, iba disparando mis "¿Por qué?" hasta provocar la exasperación del otro y recibir a cambio reprimendas; bifes; amonestaciones y algún que otro certero chancletazo por cuestionar e incomodar con esa pregunta que estaba motivada en las respuestas agrias, órdenes o impedimentos a los que no le encontraba otra lógica que no estuviera fundada en prejuicios o en mantener lo que sentía como un "deber ser" hipócrita, en el que no había opción de negociar, tan sólo un sometedor y un sometido (yo).

Pero yo sí era conciliadora.

Con la misma tenacidad me sometí a esos "¿Por qué?" cuando sentía que no encajaba en ninguna parte. Que sin importar el esfuerzo (o sí, pues la dignidad no fue ni es algo tranzable para mí), me sentía excluida de grupos a los que quería pertenecer y no necesariamente porque eso proviniera del afuera. Podía compartir momentos, charlas, salidas pero todo el tiempo me sentía ajena, como una espectadora fingiendo interés por cosas que me importaban tres velines y un ananá maduro. Y pese a todo lo que despotriqué, también me castigué al prestarme a ello convirtiéndome en mi tirana.

La respuesta era simple: no era compatible. Ni mejor ni peor, distinta y no quería formar parte tampoco porque sentía que debía resignar algo que era tan mío que no quería compartir con nadie. Que no importaba cuánto cariño le tomara a la gente, mejor era estar sola y dejar ese afecto en estado moderado porque en algún momento quedaría expuesta mi farsa.

Pero la verdad, por mucho que se la vele, sin importar cuan profundo nos sumerjamos para huirle, termina cayendo por su peso y una aceptándola cuando está preparado para afrontar las consecuencias y porque no nos queda otra opción que resignar esa dignidad que intentamos preservar y que es más valiosa que esas seudo seguridades adquiridas durante la parodia. 

 Hubo momentos en que logré de alguna manera integrarme pero nunca perdí esa sensación de extrañeza, de sentirme perra de otro canil. Todo hubiera sido sencillo si  hubiera aceptado esa verdad desde que se me reveló, pero al hacerlo, debía afrontar el tránsito por la soledad en momentos que no era algo querido, porque dolía y mucho.Me convertí en nómade. Mi cuerpo estuvo, mi espíritu siguió buscando su lugar .

Yo me quiero casar ¿y usted?

Porque aunque no lo parezca, se que la entrega implica compromiso y es algo que me resultó difícil de entender sin sentir que me llevaría a un estado de alienación, temiendo perder  "eso" que nunca quise resignar y que me mantuvo a flote, sin sentir que perdería libertad de ser, estar y partir, en la forma y cuando quisiera por más que cada día eligiera seguir siendo, estando y quedándome allí.

Hoy entiendo que el compromiso se vincula con la confianza, en mí y en los otros, y es en lo que debo trabajar para finalmente poder establecerme por completo en algún lugar, para dejar de vagar y vivir la vida  por la mitad. Me gustaría lograrlo. Vamos a ver cómo me va con la práctica...


Comments (2)

Del Contrato Social de Rousseau no me quedó mucho, pero en su momento me impacto y grabó de manera indeleble la definición que establece que para insertarte en la sociedad (sea la gran sociedad de millones de seres humanos o la mínima expresión de dos personas) lo que haces es ceder libertad. Y efectivamente. Claro, potenciás otras cosas. Pero ese es el precio.
Y la verdad es que toda mi vida he sido muy agarrado con mis escasos ahorros de libertad.
Guau, guau. (Felices Fiestas)

Nunca hay que perder ese costado de insoportable inquisidor.

El por qué, es al día de hoy que todavía me cuesta unos cuantos bifes. Sin embargo, es la única forma de poder entender lo que pasa.

Bugman una vez me dijo que el día que dejamos de preguntarnos cosas, empezamos a morir de a poco. Siempre me quedó grabada esa frase.