Me escurrí por la ventana. Contemplé a mi próxima
víctima. Estaba dispuesta a trozarlo en forma sensorialmente
milimétrica. Lo estudié de punta a punta. Lucía tan vulnerable durmiendo
bajo la luz de la luna...
Intenté focalizar. Debía aprovechar la ventaja que me daba el descuido de sus ojos, que su boca yaciera desparramada, inerte...y fundamentalmente: sin señal de alerta de sus desgarradores besos desparramándose en mí.
No me bastaba oir su respiración acompasada, ver el sube y baja de su pecho, debía constatar que
estuviera dormido.
Me acosté detrás suyo, tomé su
forma....
Apenitas con la yema de los dedos, comencé a recorrer su cuerpo (verificar la indefensión era crucial), rocé su
pelo, sus hombros, su cara....
Lamenté no hacerlo con algunas a las que no tenía acceso sin malograr el plan. Para el caso en que resultara exitoso, no tendrían escapatoria. Cerré los ojos para memorizarlo y aspiré larga y profundamente su cuello (todo potencial homicida sabe que debe familiarizarse con la víctima).
Cometí el peor error. Al hacerlo, me perdí irremediablemente en su aroma. Antes que tuviera oportunidad de perpretar el crimen, fuí absorbida por él y ya no pude darle muerte sin suicidarme...
Lamenté no hacerlo con algunas a las que no tenía acceso sin malograr el plan. Para el caso en que resultara exitoso, no tendrían escapatoria. Cerré los ojos para memorizarlo y aspiré larga y profundamente su cuello (todo potencial homicida sabe que debe familiarizarse con la víctima).
Cometí el peor error. Al hacerlo, me perdí irremediablemente en su aroma. Antes que tuviera oportunidad de perpretar el crimen, fuí absorbida por él y ya no pude darle muerte sin suicidarme...